El equipo de arqueólogos, dirigido por Fernando Quesada, estará durante todo el mes de julio trabajando en esta III Fase de Excavaciones del Cerro de la Merced. Concretamente en la mañana de hoy han recibido la visita del Arqueólogo Provincial e Inspector de la excavación Alejandro Ibáñez, acompañado de responsables de la Policía Autónoma, encargados de vigilar el patrimonio de la zona, y el delegado de Cultura del Ayuntamiento de Cabra, Javier Ariza.
El director de la excavación, Fernando Quesada, ha informado que el equipo de trabajo de esta III Fase está formado por más de una veintena de personas, entre las que se encuentran peones de la Diputación y el programa ‘Solidarios’ del Patronato Municipal de Bienestar Social, voluntarios egabrenses licenciados en Arqueología e Historia y el núcleo de equipo formado por el director del Museo Arqueólogico de Cabra, Antonio Moreno y 7 doctores y arqueólogos.
Quesada, prosigue explicando los trabajos que se pretenden llevar a cabo en esta III campaña que comenzaron hace 2 años en este Cerro con un «tremendo éxito». «El Cerro de la Merced era un recinto ibérico del S. III – II A. C.; pero gracias a los trabajos que se han realizado hasta ahora hemos podido descubrir mucho más de su historia. Así pues lo que originariamente hubo fue un poblado de la Edad del Bronce; ya en época Ibérica hacia el S. IV A.C. hubo posiblemente un monumento conmemorativo, visible desde el valle, que probablemente se encuentre debajo del recinto fortificado posterior que data del S. II A.C., cuando se construyó la gran masa fortificada con unos muros de 4 metros de espesor y de 4 a 5 metros de altura con un zócalo ciclopeo y destruido en el S. I A. C. hasta su reocupación en época Emiral- Islámica».
«Las expectativas que se tienen para esta recién estrenada excavación, es introducirse en el interior del recinto donde hay habitaciones rectángulares separadas por muros de adobe que posiblemente daban a un patio, por lo que se puede avanzar que la estructura interna no es la de una torre sencilla, sino la de un recinto con actividad económica donde se transformaban alimentos, se hilaba, tejía y donde hubo una actividad de control de territorio por parte del príncipe ibérico que allí residiese».
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